martes, 14 de septiembre de 2010

La sustentabilidad en la pasarela

vía Mundo Textil Blog de Contenido el 4/08/10

El sistema de la moda vigente -dominado por fenómenos como la informalidad y la producción fragmentada- reclama proyectar un nuevo sistema productivo, más sustentable y enclavado en el entramado territorial.



Por Mónica Tedesco (tedesco@inti.gob.ar) - Programa de Calidad de Vida - INTI

Conocida como "el imperio de lo efímero", la moda es un fenómeno moderno. Si bien el ser humano cubrió su cuerpo desde los inicios de la cultura, la vestimenta como sistema estético y productivo se circunscribe a la sociedad moderna occidental. Pero el inicio del siglo 21 nos encuentra con un sistema de la moda fragmentado y en crisis. ¿Qué sucedió para que el ornato indumentario del ser humano se vuelva un sistema insustentable? Más allá del aspecto comunicacional que representa a la moda en sí misma, si la analizamos en relación a los procesos socio-productivos, muchos de los cambios más significativos se encuentran en las transformaciones de los sistemas tecnológicos para producirla. De la pieza única (alta costura) y las piezas masivas (industrial), al prét a porter (productivismo estético) hasta llegar al día de hoy con las modas múltiples, que coexisten en una exacerbación de la individualidad (diseño de autor). No obstante, a lo largo del tiempo, la lógica del sistema de la moda continúa siendo la misma: producir en sistemas de flujos lineales (insustentables), en lugar de desarrollar procesos productivos ecosistémicos, es decir, procesos de integración entre los actores de la cadena y el territorio.

Paradójicamente, el sector de la indumentaria -que es por cultura el más cercano a todos los seres humanos, el más dinámico y cambiante-, resulta conceptualmente anquilosado y promotor de graves efectos socio-ambientales. Como es sabido, el sector de la moda es empleador de "mano obra" en situaciones de alta precariedad; aún hoy se descubren talleres clandestinos en condiciones de esclavitud. A modo de ejemplo, se estima que el sector cuenta con un 80% de informalidad. Al mismo tiempo, si se analizan los procesos productivos a lo largo de todo el ciclo de vida de cada prenda, se determina que la industria indumentaria genera elevados niveles de contaminación -se estima a nivel global que para confeccionar una simple remera de algodón se necesitan unos 2.700 litros de agua-.

En el sistema de la moda vigente existe pensamiento y valores de un paradigma dominante. Hay pensamiento racional, analítico, reduccionista y lineal; y valores como los de la expansión ilimitada, competición y dominación. Sin embargo, las posibilidades para transformar este modelo están al presente orientadas por la idea de un sistema de la vestimenta integrado, que interrelacione a los sujetos, la tecnología y el ambiente de manera virtuosa. Este modelo socio-productivo estaría dominado por otro tipo de pensamientos y valores. Un pensamiento intuitivo, sintético, holístico, no lineal; y valores como conservación, cooperación, calidad y asociación, conforme a las realidades de cada territorio en el contexto de la mundialización.

Radiografía de la moda en Argentina
Según cifras de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, de los más de 200 millones de dólares importados entre enero y noviembre de 2009, la mayor cantidad de prendas que ingresaron al país provinieron de China y, en menor medida, de países limítrofes. Para el mismo período de tiempo, nuestro país exportó más de 74 millones de dólares a los países limítrofes. Estas cifras señalan una diferencia exponencial a favor del volumen de prendas que ingresan al país. Paradójicamente, muchas de las marcas nacionales producen en China, a pesar de la antelación que esto requiere, porque para estas empresas las producciones resultan así más dinámicas y diferenciadas.

Moda y territorio
Como consecuencia de un modelo productivo con epicentro en el puerto, también para el sector de la indumentaria existe una organización focal centralizada. Se estima que más del 70% de la producción nacional de prendas, se realiza solamente en la provincia de Buenos Aires y el conurbano, donde existen conglomerados productivos especializados según los distintos rubros. Esta centralización, que va en contra del desarrollo de las capacidades productivas regionales y locales -donde reciben la prenda ya confeccionada-, también vacía a la moda de significado, volviéndola pura mercancía. Cabe destacar que la región de Pergamino y alrededores moviliza los procesos de cambio de los demás agrupamientos regionales. Pergamino -donde la actividad de la confección es la segunda actividad en importancia después de la agroindustria- fue la primera localidad en desarrollar un centro de servicios comunitarios para cooperar con aquellas actividades del proceso que resultan demasiado onerosas, compras comunitarias, capacitaciones específicas y organización de eventos con los distintos actores estratégicos.

Moda de autor vs. moda seriada
La ciudad de Buenos Aires y el conurbano son escenarios cercanos de dos realidades contrapuestas, que coexisten pero no interactúan: los circuitos de diseño, caracterizados por las colecciones de autor, objetos cuasi-únicos, artísticos y caros; y los talleres de producción masiva, seriada y barata, respectivamente. Esta forma de organización socio-productiva, tajantemente dividida en el territorio cercano, señala la fragmentación social y territorial, que empobrece cualquier tipo de proyecto social integrador. En este escenario, se evidencia la falta de interfaces que potencien y estimulen las interconexiones entre el territorio de lo productivo y el territorio de lo creativo, en dirección a generar nuevos saberes integrados.

Hacia un cambio de paradigma
La confección industrial precedió a la mecanización intensiva con la aparición de la máquina de coser, que permitía, ya desde 1820, en Francia, producir trajes nuevos y baratos en serie. Por otro lado, mientras la expansión industrial se afianzaba bajo la influencia de un maquinismo más perfeccionado, surgió el concepto de empleador de "mano de obra intensiva", que sigue teniendo vigencia en el sector de la confección, asociado al productivismo establecido y lineal. Pero es necesario un nuevo paradigma en el sistema de la moda, orientado por la "mente de obra" y ya no por la máquina. Para lograr esta transformación, el sector cuenta con una amplia voluptuosidad de capital intelectual, otorgado por las nuevas generaciones de diseñadores que aportan capacidad, creatividad e innovación, además de poseer inquietudes socio-ambientales, actitud cooperativa y de trabajo en redes, al tiempo que conforman un entramado socio-productivo integrado en un territorio localizado. Se estima que en la actualidad hay alrededor de 6000 diseñadores textiles y de indumentaria. También resulta necesario pasar de una actitud consumidora pasiva a una conciencia alineada a los valores sustentables. Hay que saber que al momento de efectuar una compra se concreta una inversión real, en beneficio de un tipo de empresa determinada y de un tipo de producto específico. Desde una visión mecanicista del sistema vestimentario, constituido por partes aisladas, es imperioso orientar un camino hacia un sistema interrelacionado virtuosamente. Es decir, pasar de la producción centralizada espacialmente y desconectada en sí misma, a gestar entramados territoriales sustentables locales, profundamente interconectados.

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